Sufragio universal, ojalá.

por Abel Marín

Les anticipo que comenzarán leyendo una cosa y terminarán por otra muy distinta… en apariencia.

El jueves pasado tenía una cita médica programada en un hospital público.

El miércoles recibí una llamada desde el mismo hospital público para hacerme una prueba necesaria (resonancia magnética) para dicha cita del día siguiente. Me preguntaron para cuando tenía la cita con el doctor. Pensé que ellos deberían saberlo.

“Uy, pues la tendrá que retrasar porque hasta julio no podemos darle fecha para la resonancia. Mañana acude igualmente a la consulta y pide que te la cambien. Y me dieron cita”

Son cosas de la mejor sanidad pública del Mundo (tono irónico).

Al día siguiente acudí a la consulta médica y en secretaría de la especialidad expliqué lo sucedido, y la persona que me atendió me dijo: “desde luego, qué poca vergüenza, si ellos saben cuándo tienes la cita”

Y yo pregunté: “¿Por qué crees que suceden tan frecuentemente estas cosas?”, y como no respondía le di mi repuesta: “porque al no haber consecuencias para los que comenten  errores o los que tiene mala praxis o actitud, reina la impunidad, y poco a poco impera la mediocridad del servicio”. También sucede en las empresas, la que no lo resuelve, desaparece.

No seguí más pues soy paciente crónico y no quiero represalias, pues soy un súbdito del Estado, llevo 25 años, desgraciadamente, siendo paciente, en los dos sentidos, en el de ser sujeto de servicios médicos y en el de la paciencia que he desarrollado como paciente… y como contribuyente.

Pero esto sucede en mayor o menor medida en todas las Administraciones Públicas. Los funcionarios, quiero creer que, sin verdadera consciencia de ello, creen que lo dan todo en su labor, pero no. Pero los voy a defender a capa y espada, porque no saben ni siquiera qué es lo que les roba la alegría que debiera suponer servir al resto de ciudadanos: la perversidad del sistema.

Pero, es lógico, sus verdaderos superiores cambian cada cuatro años, o menos, incluso frecuentemente, suelen ser personas sin la capacitación suficiente para el cargo que son nombrados, y éstos, verdaderamente éstos, los políticos, no tienen que dar cuentas a nadie, pues en la escala jerárquica son la inmensa mayoría unos ineptos para la mayoría de las responsabilidades que les asignan:

     

      • Consejero de lo que sea,

      • Director General de lo que sea,

      • Concejal de lo se sea,  

      • Gerente en la Empresa Pública de lo que sea

      • etc…. Hasta decir basta, pero que sea de lo que sea… cobrando bien, eh

    Esperen, pues si sólo leen hasta aquí, pensarán ustedes que es el típico artículo que busca la crítica sin más. Para eso hay gente mucho más hooligan que yo.

    Si tuvieran que realizar una intervención quirúrgica urgente de vida o muerte a un ser querido, y no habiendo un médico cirujano a quién preferirían, un médico aunque de otra especialidad, a un ingeniero, o a un licenciado en historia.

    Pues bien, la actual Ministra de Sanidad es una licenciada en derecho, y el anterior un licenciado en filosofía (no confundan con ser un filósofo, pues esa titulación te sirve para ser maestro de primaria o, de filosofía en secundaria), hay casos de todos los partidos, pero este es el que ahora manda.

    En el Parlamento Europeo y la Comisión Europea es francamente de terror.

    ¿Qué melón quiero abrir?

    Hoy quiero hacerles reflexionar de uno entre tantos defectos de nuestra partitocracia, no la llamemos democracia, seamos rigurosos, en unas líneas sabrán porqué.

    Dicen que la Democracia se basa en el sufragio universal, y yo no digo que no, pero no es lo que está sucediendo, y ello es la causa principal de que tantas “democracias” occidentales tengan tantísimos problemas.

    El problema no es tanto de que no todos los votos deban tener el mismo valor, ni que no todo el mundo debiera poder votar, sino que el sufragio universal se aplica tanto al sufragio activo como al pasivo.

    El sufragio universal activo es el derecho a elegir a quién le representa uno como el sufragio universal  pasivo es el derecho a ser elegido. ¿Puede usted elegirlo?

    De los 5, 10 ó más concejales que ayer tomaron posesión de su acta de regidor en su Ayuntamiento ¿Cuál es el que usted eligió? ¿los conoce todos? ¿sabe algo de sus capacidades de gestión de sus asuntos propios y familiares? … Ni usted ni el 99% de la población lo sabemos, a excepción de los municipios pequeños, claro.

    Entonces ¿sigue pensando usted que tiene el Derecho de Sufragio Universal Activo? ¿Puede  elegir quien le represente y a quién no?

    El tema es mucho más grave en elecciones autonómicas y generales.

    En el jardín de si todo voto debiera tener el mismo valor no me voy a meter hoy, pero les reconozco que mi voto no vale un pimiento si es para elegir al cirujano que operará a la persona que más quiero, deberá ser elegido por el equipo médico, no por mí. ¿Ma va pillando?

    Hablar de meritocracia a un político es como rociar a un vampiro con agua bendita. Se empieza por el sufragio universal pasivo.

    Pero, de lo que nadie, pero absolutamente nadie habla, es sobre el sufragio universal pasivo, y ese es el verdadero problemón, pues resulta que termina cualquiera con carnet del partido político de turno en puestos donde se debería exigir no sólo estudios sobre la materia y experiencia, sino acreditar que esa preparación y experiencia ha dado buenos resultados: meritocracia.

    Pero claro, si no saben hacer la «O» con un canuto porque van pasando de sillón en sillón, de nómina en nómina, de administración en administración, unas veces a codazos, o a navajazos rastreros, y lo más grave, sin que nadie les pida cuentas, porque usted no puede, recuerde que no le votó directamente, le puso «El Partido».

    ¡No, no!  No puede ni moralmente porque cada vez que usted ha votado, o cada vez que defiende las fechorías de los suyos acusando de otras más grandes de los adversarios ha validado el Sistema Corrupto cada vez que ha votado, piénselo. A partir de ahora será cómplice.

    Podrán imaginar, que alguien como yo se siente sucio (e imbécil) cada vez que acude a votar, incluso cuando lo hago en blanco.

    No les quiero aburrir más, si me lo piden, otro día hablaremos de cómo la meritocracia sí es posible y necesaria, y cómo empezar…

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