No es casualidad. Parece un accidente. Te dirán que la sociedad “ha evolucionado”, y que ahora estamos en una era de entretenimiento fácil y masivo. No, amigo. Lo que pasa es que te quieren tonto.
Te quieren atado a una pantalla, atrapado en un scroll infinito, consumiendo videos de 59 segundos que te degradan como ser humano y te convierten en un pedazo de carne con ojos, con la única función de consumir, producir y hacer un Bizum cuando te lo pidan.
El pensamiento crítico es peligroso
La gran tragedia de nuestra era no es la sobrecarga de información, sino la falta absoluta de reflexión. Nos han metido en un ritmo de vida donde no hay tiempo para leer, para analizar, para conectar ideas. Y si alguien intenta hacerlo, es tachado de “conspiranoico”, “negacionista” o, peor aún, “facha”.
Porque pensar es peligroso.
Cuestionar el discurso oficial es subversivo. Preguntarte por qué todo está diseñado para mantenerte distraído, anestesiado y sin ganas de luchar, es una amenaza para el sistema.
Una sociedad que abraza la estupidez como ideología, necesita una mayoría de idiotas, de gente que no piense.
Nos han robado la capacidad de atención (porque te quieren tonto)
Piensa en esto: ¿cuándo fue la última vez que leíste un libro de principio a fin sin sentir la necesidad de revisar el móvil? ¿Cuándo fue la última vez que te sentaste en silencio a pensar sin estímulos digitales? ¿Cuándo fue la última vez que fuiste capaz de leer un artículo sin sentir que te costaba concentrarte?
Exacto. Nos han:
- robado la capacidad de atención.
- adiestrado para que solo podamos procesar estímulos rápidos, fugaces, irrelevantes.
- y nos ha convertido en seres incapaces de profundizar en nada.
Sólo con una mayoría de idiotas puede triunfar la estupidez como ideología.
Las redes sociales: el opio del siglo XXI
Las redes sociales no fueron diseñadas para conectarnos, ni para informarnos, ni para hacernos más sabios. Fueron diseñadas para hacernos adictos. Para darnos microdosis de dopamina en cada like, en cada notificación, en cada video corto que consume nuestro cerebro sin procesarlo realmente.
Te dan entretenimiento rápido, risas fáciles, indignaciones prefabricadas. Pero nunca te dan la posibilidad de conectar puntos, de entender el mundo, de desafiar las narrativas impuestas.
Y lo peor: te hacen sentir que estás informado cuando, en realidad, solo has consumido titulares vacíos y tendencias pasajeras.
La educación ya no educa, el entretenimiento ya no entretiene
Nos dijeron que el acceso a la información nos haría más sabios. Que la tecnología nos daría herramientas para aprender más rápido, para tener acceso al conocimiento universal. Pero lo que ha pasado es lo contrario:
- Las escuelas no enseñan a pensar, enseñan a obedecer.
- Los medios no informan, adoctrinan.
- El entretenimiento no entretiene, atonta.
Por eso escribo este blog
Porque alguien tiene que decirlo a su entorno más cercano, me resisto a aceptar la degradación de nuestra especie. Porque me niego a ver cómo nos convertimos en una masa de esclavos digitales sin alma ni criterio.
Alguien tiene que predicar en este desierto abarrotado de sordos y enceguecidos por pantallas, por algoritmos diseñados para mantenernos en la ignorancia, por distracciones que nos impiden darnos cuenta de la estafa en la que vivimos.
Si has llegado hasta aquí, si has leído hasta el final, enhorabuena. Eres parte de la resistencia. Un alma que aún puede pensar.
Ahora, la pregunta es: ¿qué vas a hacer ahora que lo sabes? ¿Hacerte el tonto?
¿Seguirás tragando sapos? Ya te digo que sí (ver).
«Tragando sapos»
