Pensiones: entre el autoengaño sindical y la estafa generacional

por Abel Marín
pensiones

¿Sostenibles las pensiones? Sí, como los unicornios.

Mientras Juan Sepúlveda (CCOO) defiende la sostenibilidad del sistema de pensiones y lanza advertencias sobre los “ataques continuos” que sufrirá el modelo, todos tenemos derecho a pedir, pero muchos seguimos preguntándonos:

¿Sostenible para quién? ¿Durante cuánto tiempo? ¿A cambio de qué sacrificios ocultos?

A ver a ver…  ¡Ah, sí! de nuestra juventud, que paga el alquiler y las pensiones a sus abuelos.

Porque no, no estamos cotizando para nuestra jubilación, como nos hicieron creer. Ya lo dije en su día: nos vendieron una mentira. Cada euro que aportamos no va a una hucha, ni a un plan, ni a una reserva. Se lo pulen al momento.

Un sistema de pensiones de reparto que reparte humo

La verdad incómoda es esta: no hay ahorro ni inversión, ni previsión, ni visión de futuro.

Solo un sistema de reparto sostenido a base de deuda pública, que sirve para pagar pensiones cada vez más insostenibles, incluso a quienes no han aportado absolutamente nada. Eso no es justicia social. Es una estafa intergeneracional. Y la están firmando millones de votos cada cuatro años.

¿Y ahora qué? Pues ahora viene la gran montaña del baby boom y, sorpresa: los números no cuadran. Pero no se atreven a decirlo. Así que repiten el mantra: “es sostenible”. Claro, como los precios de la vivienda en 1980. O el valor del euro digital que viene.

España: bazares chinos, bares y victimismo fiscal

Nuestra economía no produce lo suficiente.
Importamos más de lo que exportamos, nos endeudamos cada día y mantenemos un gasto público creciente con dinero que no existe. No hay industria suficiente. No hay productividad. Pero sí hay pensiones de 2.000 euros a personas que no generaron ni la mitad de lo que han cobrado. Eso no gusta oírlo ¿verdad?

Y mientras los que trabajan de verdad cargan con la mochila, el Estado (y sus señores feudales) sigue repartiendo promesas, privilegios y paguitas. Y los sindicatos, en lugar de hablar claro, siguen diciendo que todo va bien. Aunque los entiendo, viven de nuestros impuestos, no de las cuotas de los afiliados. Y viven bien. Eso tampoco gusta oírlo, ¿verdad?

Sepúlveda y el cuento del talento sénior

Tiene razón cuando critica el desprecio al talento sénior. Yo también lo viví. Tuve un mentor que me enseñó que el juicio más duro llega cuando te miras al espejo con 60 años y te preguntas qué has hecho con tu vida.

Pero no confundamos el respeto a la experiencia con el blindaje al conformismo. Hay muchos mayores brillantes, pero también muchos que llevan 20 años sin aprender nada nuevo. No es edadismo. Es consecuencia.

¿Qué esperas del mercado si no sabes usar Word, Excel o te niegas a entender qué es la IA? El mundo cambia, tú no. Pero el problema es la sociedad, ¿verdad?

El victimismo como coartada nacional

Lo que está detrás de todo esto no es edadismo, ni explotación, ni capitalismo salvaje.
Es irresponsabilidad personal masiva y caladero de votos.

Gente que no ha ahorrado, no se ha formado, no ha invertido en nada más que en cenas, móviles, coches y vacaciones. Y ahora grita “¡es injusto!” cuando la factura llega.

Pero la verdad es esta: la estafa no es que no te llegue la pensión, es que pretendas seguir cobrándola como si nada hubiera pasado.

¿Solución? Repartamos la carga, no el cuento

Que no paguen solo los jóvenes. Que los jubilados entiendan que no pueden mantener su nivel de vida a costa de arruinar a sus nietos.

¿Justicia intergeneracional? Sí, pero de verdad. Con recortes si hace falta. Con reformas valientes.

Y sobre todo, con una nueva cultura: la del esfuerzo, la previsión y la responsabilidad.


No más excusas. No más frases huecas. Ni más parches.

Conclusión

Las pensiones, tal y como están planteadas hoy, no son sostenibles.

Y no lo serán mientras se mantenga la ficción de que “el Estado ya lo arreglará”.

Lo que no se puede pagar, no se va a pagar. Y cuanto más lo retrasemos, más injusto será para todos.

La verdad no da votos. Pero al menos nos puede salvar de la ruina

 

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