El contrato social es una especie de acuerdo no escrito entre los miembros de una sociedad y su gobierno.
Según este acuerdo, los ciudadanos aceptamos obedecer ciertas leyes y respetar las instituciones del Estado, y a cambio, esperamos que el gobierno proteja nuestros derechos y nos procure bienestar. Es como un pacto tácito donde todos se comprometen a seguir las reglas para que la sociedad funcione de manera justa y ordenada.
La importancia del contrato social radica en su función como fundamento de la cohesión y el orden social. Es lo que permite que las personas convivan en paz y trabajen juntas hacia objetivos comunes. Cuando este contrato se respeta, hay una sensación general de justicia y seguridad que ayuda a que la sociedad prospere.
Pero si se percibe que el contrato se rompe, por ejemplo, si la gente siente que el gobierno no protege sus derechos o actúa en contra de sus intereses, entonces puede surgir descontento, protestas o incluso revueltas.
En resumen, el contrato social es crucial porque mantiene unida a la sociedad y asegura que el gobierno actúe en beneficio de todos.
La participación electoral es un indicador muy a tener en cuenta, por ejemplo, el 2020, Argelia el referemdum para modificación de su Constitución, un record de abstención elecotoral: tuvo una participación de 76%. Y todos nos hacemos una idea de cómo es la vida allí.
El índice de participación o abstención electoral es un claro indicador de fortaleza o debilidad del contrato social.
Observando las próximas elecciones al Parlamento Europeo y las autonómicas en Cataluña y País Vasco, se percibe un patrón o tendencia de baja participación y alta abstención, que contrasta con la participación en elecciones generales.
Me voy a permitir un desliz políticamente incorrecto: ¿no será que una baja participación electoral significa que nos la trae al pairo?
A los que viven en Cataluña y País Vasco las ínfulas de romanticismo nacional, trasnochado y desfasado, en sus pasadas elecciones a penas superaron el 50% de participación, pero por la ley electoral es una sociedad presa de una casta política localista, muy vinculada a la burguesía heredera de los medios de producción y poder económico. La mitad pasan, desisten, soportan. 𝗘𝗹 𝗱𝗮𝘁𝗼 𝗲𝘀 𝗶𝗻𝗰𝗼𝗻𝘁𝗲𝘀𝘁𝗮𝗯𝗹𝗲: 𝗮 𝗹𝗮 𝗺𝗶𝘁𝗮𝗱 𝗱𝗲 𝗹𝗮 𝗴𝗲𝗻𝘁𝗲 no 𝗹𝗲 motiva mucho ondear 𝗹𝗮 𝗲𝘀𝘁𝗲𝗹𝗮𝗱𝗮 𝘆 𝗹𝗮 𝗶𝗸𝘂𝗿𝗿𝗶𝗻̃𝗮.
Y a todos en general. La decepcionante Unión Europea que dirigida por unos burócratas que no conocemos se creen el centro del Mundo. Nos imponen soluciones para los problemas imaginarios que ellos mismo crean y después nos venden… y que no sólo nos salen carísimos, sino que nos están arruinando.
Este artículo analiza cómo estos niveles de abstención están vinculados con el desarrollo socioeconómico y factores sociopolíticos específicos, incluyendo la percepción de una agenda política desconectada de los intereses locales. Y en definitiva el riesgo de rescisión del contrato social que nos vincula.
Vaya por delante que siempre he votado, pero que cada vez me cuesta más… las últimas veces he depositado el sobre con la nariz tapada.
Desarrollo socioeconómico y participación electoral
Aunque Cataluña y País Vasco disfrutan de un alto nivel de desarrollo socioeconómico, su participación en elecciones autonómicas y europeas es menor en comparación con las generales. Esto sugiere que la percepción de la relevancia del voto y la efectividad del sistema electoral impactan significativamente la decisión de los ciudadanos de participar en estos procesos.
Educación, participación electoral y contrato social
La educación cívica es fundamental para fortalecer el contrato social, proporcionando a los ciudadanos las herramientas necesarias para entender y participar en la democracia. Sin embargo, las tasas de participación en elecciones específicas como las europeas y autonómicas indican que la educación, por sí sola, no asegura una participación activa. Esto resalta la importancia de conectar educativamente el impacto directo de estas elecciones con las realidades diarias de la población.
La abstención en las elecciones europeas: desconfianza e integración en juego
La alta abstención observada en las elecciones al Parlamento Europeo puede interpretarse como un síntoma de bajo nivel de confianza e integración.
Muchos ciudadanos perciben que estas elecciones se centran en promover una agenda globalista que no necesariamente refleja sus intereses locales o nacionales.
Esta percepción de desconexión con la realidad cotidiana y la idea de que Europa intenta posicionarse erróneamente como el centro del mundo. Se auto atribuye la misión de solucionar problemas «imaginarios» creados por la misma clase política. Todo ello contribuye significativamente a la desmotivación electoral.
Reflexión regional: El enigma de la alta abstención en País Vasco y Cataluña
En Cataluña y País Vasco, la abstención no solo refleja problemas de percepción sobre la relevancia de las elecciones, sino también cuestiones identitarias y políticas más profundas.
El fuerte sentido de identidad regional es un gran suflé conseguido por una ley electoral poco democrática. Es evidente que unos votos valen el triple que otros. Se permite una sobre representación del mundo rural, más nacionalista, frente al urbano. Y se vive en una ficción de una mayoría social nacionalista inexistente.
Las aspiraciones políticas específicas pueden influir tanto en la participación como en la abstención, dependiendo de cómo se perciban las elecciones en términos de su capacidad para influir en el futuro político y social de la región.
Hagan sus apuestas ¿llegarán las elecciones a una participación del 50%?
Las elecciones al Parlamento Europeo y las autonómicas en Cataluña y País Vasco presentan retos significativos para la salud democrática. Sin embargo todos los políticos dirán patochadas como que:
«ha sido una fiesta de la democracia», «la sociedad nos ha dado un mensaje claro…»…. Y me río de Janeiro, a seguir viviendo del cuento., lo de la naja participación electoral, ¡se la pela!
Es crucial abordar estas percepciones y mejorar la comunicación sobre la importancia del voto.
Reforzar la educación cívica, asegurarse de que las agendas políticas reflejen las necesidades locales y regionales, y restaurar la confianza en las instituciones son pasos esenciales para fortalecer la democracia y renovar el contrato social. Estas medidas no solo aumentarán la participación electoral, sino que también podrían revitalizar la fe en el sistema político y sus instituciones.
Fuente del gráfico: Parlamento Europeo