Esta semana, como todas, he escuchado muchas historias tristes como abogado.
El dolor que he descubierto y descubro cada día tras una herencia familiar es tremendo.
Como un médico de cuidados paliativos
En cierta medida, me siento como un médico de cuidados paliativos, intentando aliviar el dolor y operando con la esperanza de que las secuelas y cicatrices sean lo menores posibles.
Me siento muy afortunado de trabajar cada día ayudando a la gente. Ese fue el motivo por el que estudié Derecho, y sé que puede parecer muy cursi, pero es cierto, muy cierto.
Lo que no sabía cuando era joven es adónde me llevaría la vida y cómo sería eso de ayudar a la gente.
En la intimidad del despacho
Espero no jubilarme nunca y poder ejercer mientras me quede salud para ello. Supongo que soy de esas personas que son felices trabajando, aunque haya días duros y alguna decepción.
Entre las varias vocaciones que cada uno de nosotros tenemos, yo he tenido la suerte de poder ganarme la vida con una de ellas: la abogacía. En realidad he creado mi realidad. No me la he encontrado… pero de eso hablaré otro día.
Quién me lo iba a decir, que sería tratando asuntos de herencias y de familias.
Cuidando el mundo de manera local.
Me imaginaba salvando el mundo en grandes causas. ¡Qué decepción!
Aunque en verdad lo conseguí, porque el verdadero bien empieza con el que tienes enfrente o al lado, con la gente anónima, no con lejanos pueblos oprimidos ni causas aparentemente nobles, ni con puestos honoríficos, ni siendo líder de masas.
No. Así no. Sino con largas jornadas de trabajo, haciendo horas extras para sacar adelante el trabajo de ayudar a tus clientes que sufren.
El papel del dinero en las herencias.
Muy al contrario de lo que la gente cree, no es el dinero ni los bienes el motivo por el que los hermanos u otros familiares discuten, incluso cometen delitos graves de agresiones, injurias, apropiaciones indebidas, homicidios, etc. No.
El dinero es un elemento multiplicador, en positivo o en negativo.
Cuando hay cariño y un miembro de la familia necesita ayuda, los patrimonios familiares se destinan a la protección del miembro vulnerable. Afortunadamente, eso también sucede.
Pero cuando falta amor, y hay celos y envidias, el odio se multiplica con el dinero, pues es la manera de hacer daño: recibir más que el otro, y a ser posible intentar que no reciba nada.
Son los sentimientos que anidan en las almas desde niños, tales como la envidia, los celos, los complejos, las ofensas, los desprecios, los agravios comparativos, que van creciendo entre hermanos y, como una olla a presión, llega el momento de explotar.
Enfermedades mentales y relaciones Familiares
En más ocasiones de las que nos imaginamos, las enfermedades mentales no diagnosticadas, u otras patologías como el autismo, asperger, déficit de atención, etc., y por tanto no comprendidas ni tratadas, deterioran las relaciones familiares sin solución de retorno, por pura ignorancia.
En algunas ocasiones, se rompen las familias de forma prematura (las llamamos familias desestructuradas), pero en la mayoría los padres hacen lo indecible para que sus hijos no discutan entre ellos.
Aunque minoritaria, la maldad existe. No lo pierdas de vista.
El dolor de los padres
Los padres, con dolor, ven que no hay amor entre sus hijos. A veces, intentan comprar la paz familiar con donaciones en vida, lo cual, por lo general, agrava el problema, y mucho.
Los testamentos, en su gran mayoría, son básicos, poco reflexionados, sin un diagnóstico sincero, negando la realidad, y por tanto con disposiciones contraproducentes, lo que genera grandes conflictos tras el fallecimiento del primero de los progenitores, padre o madre.
El cambio sociológico en España y Occidente
El cambio sociológico de España nos ha traído una mayoría de familias rotas, divorciadas y, en consecuencia, nuevas uniones con hijos de distintas parejas. Los afectos, lógicamente, son menores, inexistentes o, mayormente lo contrario: sentimientos negativos.
Reivindicando la profesión de la abogacía
Y gente como yo, una legión de abogados y abogadas, que cada día nos dedicamos a las personas que no salen en los medios, que no son famosas ni relevantes, pero que son los que producen, los que trabajan, los que cuidan a sus mayores, los que hacen que todo funcione, también existimos.
Con estas líneas, reivindico la noble profesión de la abogacía, donde la empatía es tan importante como la Ley.
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