Europa, la civilización que se suicida: la estupidez como ideología

por Abel Marín
estupidez como ideología

JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos, lo ha dicho claro: «Nuestro enemigo lo tenemos dentro». Y no, no hablaba de China, ni de Rusia, ni de Irán. Hablaba de esa plaga que está devorando Europa desde dentro, sin necesidad de ejércitos ni invasiones: la estupidez como modo de vida. O dicho de otra manera: abrazar la estupidez como ideología.

Y recordemos que no hay nada más peligroso que un tonto motivado. Y en Europa son millones y no sólo motivados, sino fanatizados.

En el siglo XXI, Occidente ha elevado la estupidez a una ideología.

En nombre de la tolerancia, de la diversidad, las emergencias climáticas, los derechos minoría que son tan minoritarias que cuesta verlas, salvo por la ingente cantidad de subvenciones que reciben.

En resumen el buenismo infinito. Nos hemos convertido en cómplices de nuestra propia decadencia. La última gran prueba la tenemos en Europa, donde se ha normalizado la islamización sin control, el terrorismo doméstico y la censura para quienes se atreven a señalar el problema.

¿Cómo destruyes una civilización sin disparar un solo tiro?

Es fácil: permitiendo que millones de personas entren en tu casa sin exigirles que respeten ni una sola de tus normas. Abriendo las puertas sin filtro, dejando que el multiculturalismo desplace la cultura local y subvencionando con dinero público la creación de guetos donde impera la sharía.no pienses

Si alguien tiene alguna duda de lo que está pasando, solo tiene que ver la última noticia en Barcelona: un grupo islamista radical que planeaba degollar a «infieles» por lo que publicaban en redes sociales. Sí, en pleno 2025, en Europa, hay personas que creen que tienen derecho a cortarte el cuello porque les molesta tu opinión. Y no es un caso aislado, ni un «lobo solitario». Es un patrón que se repite en París, Londres, Bruselas, Estocolmo… la lista es larga.

Claro que sí, el islamismo es uno de nuestros problemas, igual que lo fue antaño la Iglesia

Vamos a decirlo claro: el problema no es que haya radicales islámicos dispuestos a matar por sus creencias. Siempre los ha habido y siempre los habrá. El problema es que Europa ha decidido rendirse antes de siquiera plantear una resistencia.

El islamismo es un movimiento político que pretende adaptar los principios del islam a todos los ámbitos de la vida pública. A ver si lo entendemos de una vez. Oigan, y si le gusta a ellos, me parece bien, pero no aquí, si no allá.

Lo dijo JD Vance y no le falta razón: nuestro enemigo lo tenemos dentro. No es el islam, no es la inmigración, no es el multiculturalismo. Es la estupidez de quienes gobiernan Europa convertida en ideología y creen que pueden evitar problemas a base de más discursos vacíos y leyes contra la «islamofobia», negacionismos varios, etc.

Porque cuando un continente permite que se censuren caricaturas, que se persigan profesores por enseñar libertad de expresión o que se instalen tribunales islámicos paralelos bajo la excusa de la diversidad cultural, ese continente no tiene futuro.

Porque si hay algo que los políticos europeos han demostrado es que prefieren criminalizar la verdad antes que enfrentar la realidad. Prefieren acusar de racista, fascista o extremista a cualquiera que se atreva a cuestionar su narrativa del mundo de arcoíris y unicornios, mientras siguen financiando con nuestros impuestos a organizaciones de toda estrambótica fianalidad inclusiva y mezquitas que promueven lo contrario: la segregación y el odio.

Europa está criando su propio verdugo

Se ha repetido hasta la saciedad: una sociedad que no defiende sus valores está condenada a desaparecer. Y en Europa hace tiempo que no defendemos nada. Creemos que nuestros derechos y libertades existen por generación espontánea, que el Estado de Derecho es un dogma eterno y que podemos convivir pacíficamente con quienes consideran que la democracia es un pecado.

Pero la historia no funciona así. La historia nos dice que cuando una civilización deja de creer en sí misma, alguien más tomará su lugar. No será con una gran invasión ni con ejércitos. Será con leyes paralelas, con imposición cultural, con miedo disfrazado de respeto. Será con una élite política que mira hacia otro lado mientras su población es asesinada en las calles por el crimen organizado importado o por terroristas que han convertido la decapitación en una herramienta de «diálogo intercultural».

Europa necesita despertar de su estupidez o desaparecer por su ideología

JD Vance ha señalado el problema, pero la pregunta es: ¿tiene Europa la capacidad de reconocerlo? Porque si seguimos en esta dinámica de corrección política suicida, de negación de la realidad y de criminalización de la disidencia, el destino del continente está sellado.

La civilización occidental no fue construida por personas que pedían permiso para existir. Se construyó con principios, con valores, con la certeza de que hay cosas que merecen ser defendidas. Pero hoy en día, defender esos valores te convierte en un extremista para el establishment.

Y así es como una civilización desaparece, abrazando la estupidez como ideología. No con una gran explosión, sino con un susurro de rendición.

¿Nos tragaremos este sapo? Ya te digo que sí (ver).

Libro Tragando Sapos

«Tragando sapos»

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