Espiritualidad de cartón piedra: del mindfulness al postureo zen

por Abel Marín
espiritualidad

Nunca creí en los Reyes Magos, el ratoncito Pérez ni Papá Noel. Ni de niño. Tampoco en el Dios que me describían en catequesis. No por rebeldía precoz, sino porque mi mente infantil no tragaba con relatos inverosímiles.​

No me parece triste. Ni mucho menos me siento superior, tampoco inferior. Simplemente, no soy capaz de creer en lo que no me resulta creíble.​

Sin embargo, me asaltan preguntas que no puedo ignorar: el origen del universo, la vida, el tiempo, el infinito. No busco respuestas definitivas, pero sí me sumerjo en la reflexión constante.​

Y en este contexto, me encuentro con personas profundamente religiosas que me dicen: «Eres un buen cristiano» o «Eres muy espiritual». No, soy reflexivo.​

Hoy, la espiritualidad se ha convertido en un producto de consumo.

El mindfulness se vende como solución mágica al estrés, despojado de su profundidad original.​

Ronald Purser lo llama «McMindfulness»: una versión diluida y comercial de la meditación, que ignora las causas estructurales del sufrimiento y se centra en la adaptación individual al sistema .​

La espiritualidad auténtica implica compromiso, introspección y, a menudo, incomodidad. No es una pose para redes sociales ni una herramienta de productividad.​

El «materialismo espiritual» es la trampa de usar la espiritualidad para reforzar el ego, en lugar de trascenderlo .

Vivimos en una era donde la espiritualidad se ha banalizado. Se ha convertido en una moda, en un accesorio más del estilo de vida moderno.​

Pero la verdadera espiritualidad no se encuentra en retiros de fin de semana ni en frases motivacionales. Se encuentra en la honestidad brutal de enfrentarse a uno mismo, en la coherencia entre pensamiento y acción, en la búsqueda constante de sentido.​

Así que no, no soy espiritual en el sentido popular del término. Soy un agnóstico que reflexiona, que cuestiona, y que no se conforma con respuestas fáciles.​

Pero si espiritual es aquel que se mira dentro, muy dentro, para comprenderse no solo a uno mismo, sino a la Humanidad entera, entonces, sí soy muy espiritual.

Y en un mundo saturado de espiritualidad de cartón piedra, tal vez eso sea lo más espiritual que uno pueda ser.

You may also like

Deja un Comentario

* Utilizando este formulario, aceptas que se queden guardados tus datos en esta web.