Las decisiones son emocionales y luego buscamos las razones: clave en la abogacía y en la vida

por Abel Marín
decisiones emocionales

En el ejercicio de la abogacía y en la vida cotidiana, es fundamental reconocer que nuestras decisiones son todas emocionales. Y digo todas, sin excepción.

Creemos que usamos la lógica, la razón, no surgen de un proceso racional, sino que están profundamente influenciadas por las emociones. Pero tendemos a justificar nuestras elecciones con argumentos racionales, la realidad es que las emociones juegan un papel central en la toma de decisiones.

La naturaleza emocional de nuestras decisiones

Investigaciones en neurociencia, como las presentadas por António Damásio en su obra «El error de Descartes», demuestran que las emociones son esenciales para la toma de decisiones racionales. Damásio introduce la hipótesis del marcador somático, que sugiere que las emociones guían nuestro comportamiento y decisiones, indicando que la racionalidad requiere una aportación emocional.

Además, la heurística de la afectividad explica cómo las emociones nos permiten tomar decisiones de forma rápida y eficiente, basándonos en nuestras reacciones emocionales inmediatas. Esta heurística destaca que nuestras evaluaciones emocionales condicionan nuestras acciones futuras, influyendo en nuestra percepción de la realidad y en nuestro comportamiento.

Aunque no hace falta estudiar mucho, basta con ser honesto con uno mismo, auto examinarse y reconocer que no sabemos muy bien por qué, pero deseamos algo, y luego lo juzgamos, sin embargo vamos a tomar la decisión de forma emocional y justificarnos con las mil y una razones.

La empatía como herramienta esencial

En mi artículo «La tan manida empatía: caminar con los zapatos del otro», reflexiono sobre la importancia de la empatía en nuestras interacciones. Comprender y sentir desde la perspectiva de otra persona nos permite conectar más profundamente y anticipar reacciones, lo cual es especialmente valioso en la práctica legal. La empatía nos ayuda a ofrecer asesoramiento más personalizado y a construir relaciones de confianza con nuestros clientes.

Como abogado intento siempre acompañar en el proceso emocional, ayudando al cliente defenderse del dolor que le produce una emoción que quizás le esté llevando a una acción de la cual se arrepentirá. Guiado por el miedo, el rencor, la inseguridad, el entusiasmo, etc.

No digo que la emoción no sirva. Ni que nos lleve siempre a malas decisiones. Es más creo que es parte de nuestra sabiduría, que en parte es un factor de la intuición. Pero que lo tengamos claro, manda el corazón, tenemos dos habilidades que debemos usar: sentir y pensar.

Aplicación en la abogacía y en la vida cotidiana

Ser consciente de la influencia emocional en nuestras decisiones nos invita a reflexionar antes de actuar. Esta autoconciencia promueve una mejor gestión emocional y una comunicación más efectiva, tanto en el ámbito profesional como personal. En la abogacía, reconocer las emociones propias y ajenas facilita la resolución de conflictos y la negociación, permitiendo abordar los casos con una perspectiva más humana y comprensiva.

Yo siempre digo a mis compañero del bufete, a modo de recordatorio, cuando atienden a un cliente y me preguntan sobre mi opinión sobre el caso, lo siguiente:

¿Dónde está el punto de dolor? ¿Qué le duele verdaderamente al cliente?

A las personas nos cuesta verbalizar lo que verdaderamente nos ofende, nos humilla, lo que queremos realmente. Hasta que no conocemos esos profundos sentimientos, no podemos solucionar el problema.

En la vida y en la abogacía.

Aceptar que nuestras decisiones están influenciadas por las emociones y desarrollar la empatía son pilares fundamentales en la abogacía y en la vida.

Esta perspectiva no solo mejora la práctica profesional, sino que también fomenta relaciones más auténticas y satisfactorias.

Al reconocer y gestionar nuestras emociones, podemos tomar decisiones más informadas y equilibradas, beneficiando tanto a nuestros clientes como a nosotros mismos.

Busca un abogado de te escuche como cliente, que tenga el atrevimiento y la perspicacia de conocer el verdadero dolor que sientes, sólo así seréis uno. E independientemente del resultado final, sentirás que alguien hizo todo lo posible por ti. Porque todas las decisiones son emocionales.

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