La integración de emoción y razón en la toma de decisiones (2)

por Abel Marín
integración de emoción y razón

Hace unos días daba mi opinión de abogado y para abogados sobre integración de emoción y razón en la toma de decisiones de los clientes, de las personas. En el post anterior.

Afirmaba, y lo reitero, de que todas las decisiones son emocionales y luego las racionalizamos. Sobraba aclarar que el resto emociones que descartamos, también pasan por el filtro de la razón.

Afortunadamente generó interés en algunos y hubo algo de debate, lo cual es bueno, muy bueno.

Como era de esperar, para gustos colores

Vivimos en un mundo de absolutos.

O es blanco o es negro. Tienes razón o estás equivocado. Eres racional o eres emocional.

Esta forma de ver la vida es la que nos enseñan desde pequeños, la que nos inculcan en la educación y la que perpetúan muchos debates públicos y mediáticos.

Y sin embargo, la neurociencia nos dice algo muy distinto: las decisiones humanas no son puramente racionales ni exclusivamente emocionales. Son ambas cosas al mismo tiempo. La integración de la emoción y la razón no es una opción sino un hecho.

El conocimiento científico del funcionamiento de cerebro humano está en su infancia, es un gran desconocido, pero esto ya está demostrado.

Ahora mismo, mientras escribo no sé exactamente qué palabras van a salir de mi cabeza, pero sé la decisión de escribir este post me viene de la emoción de rebatir a los que argumentaban en contra, y tras varios días de dilucidar si dejarlo estar o contestar, he decidido explicarme mejor. Bueno, lo tenía decidido, pero lo he estamos rumiando.

Así, que mi conocimiento empírico me confirma que mi decisión es fruto de la integración de mi emoción y luego del examen de mi razón para autoconfirmarme. Lo mismo que me sucede cuando me compro un coche, una camisa, o decido ir a un restaurante de comida oriental o mediterránea.

La gran paradoja: la razón al servicio de la emoción

Es curioso cómo muchos de los que se autoproclaman racionales desprecian la emoción como si fuera una fuerza irracional y primitiva que debe ser dominada por el intelecto.

Pero lo cierto es que incluso las decisiones que creemos tomar de manera lógica están influidas por nuestra emocionalidad.

Además de mencionado António Damásio en El error de Descartes, también Spencer Johnson, el psicólogo y autor de libres tan famosos como ¿Quién se ha llevado mi Queso?, en su libro «Sí o No, guía para tomar mejores decisiones», lo respalda.

sin emoción, no hay decisión posible.

La emoción actúa como un marcador somático que nos permite dar sentido a las experiencias y anticipar sus consecuencias. Es decir, sentimos antes de pensar y, después, justificamos racionalmente lo que ya hemos decidido emocionalmente.

También descartamos las emociones que racionalmente somos capaces que considerarlas perjudiciales. Pero no siempre, por ello comentemos tantas estupideces.

En la abogacía es clave la integración de emoción y razón.

Pensad en conflictos familiares, de pareja, de herencias, en definitiva de perspectivas humanas. 

Cuando un cliente llega a mi despacho con un problema, su estado emocional ya ha tomado una decisión antes de que yo le dé mi asesoramiento legal. Su miedo, su ira o su frustración ya han dibujado un escenario mental del conflicto, y mi trabajo no solo es darle razones jurídicas, sino hacerle ver las emociones que están guiando su visión del problema.

La absurda dicotomía entre razón y emoción

Aquí es donde caemos en un error fundamental: queremos separar lo inseparable. La emoción no es lo contrario de la razón, ni la razón existe en un vacío emocional. El cerebro no funciona en compartimentos estancos. Si lo redujéramos a una ecuación simple, podríamos decir que:

  • La emoción nos mueve → Sin ella, no tomaríamos ninguna decisión.
  • La razón nos dirige → Sin ella, seríamos impulsivos y erráticos.

La clave está en la integración de ambos hemisferios cerebrales. No somos máquinas calculadoras ni tampoco animales irracionales dominados por impulsos primitivos. Somos seres emocionales que razonan y seres racionales que sienten: Ahí está nuestra grandeza y nuestras miserias.

El peligro de la falta de autoconocimiento

Pero aquí viene el gran problema: no todo ser humano es consciente de su propia naturaleza ni de sus propios sesgos.

Muchos creen que toman decisiones lógicas cuando en realidad solo están buscando argumentos para justificar lo que emocionalmente ya han decidido. Es la famosa disonancia cognitiva: cuando la realidad desafía nuestra creencia emocional, en lugar de cuestionarnos, buscamos racionalizarla.

En la vida profesional, esto es una bomba de relojería. En la abogacía, la política, las relaciones humanas… si no somos capaces de reconocer cuándo nuestra emoción está tomando el control, tomaremos decisiones erradas sin darnos cuenta.

Entender esto es clave para relacionarse con serenidad en el mundo

Aceptar que somos una combinación de emoción y razón no es una debilidad, es una fortaleza. Nos permite tomar mejores decisiones, nos ayuda a ser más empáticos, a comprender mejor a los demás y a manejar los conflictos con inteligencia.

  • Si solo te guías por la emoción, serás manipulable y volátil.
  • Si solo te guías por la razón, serás frío e insensible.

En ambos casos, resultarás disfuncional, incompleto, deficiente en términos de resolución de problemas humanos. Quizás sea origen de conflictos. Si te parece todo hostil, piensa por qué.

El equilibrio está en la capacidad de ser consciente de ambas fuerzas dentro de nosotros y utilizarlas de manera complementaria.

Y en esto, la abogacía no es diferente a la vida. Entender las emociones de los clientes, prever las reacciones de las partes en un conflicto, manejar los tiempos de una negociación… todo requiere saber leer la parte emocional antes de desplegar los argumentos racionales.

Así que la próxima vez que te encuentres en una encrucijada, pregúntate ¿Estoy…

  • decidiendo desde una emoción que luego estoy racionalizando?
  • escuchando a mi razón sin ignorar lo que siento?
  • viendo el panorama completo o me estoy autoengañando?

Y recuerda, ser consciente de esto no te hará menos racional, sino mucho más inteligente.

¿Crees que la mayoría de nuestras decisiones son emocionales o racionales? Déjamelo en los comentarios.

 

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2 comentarios

Francisco Javier 2 de marzo de 2025 - 18:53

Totalmente de acuerdo contigo. Debemos partir de superar el idealismo cartesiano de las cosas. Nada es blanco o negro ni tampoco aislado. No somos conscientes de que el mundo es complejo y abusamos de tomar soluciones lineales.

Dicho esto, mi opinión es que aceptar una postura radical es un defecto más de paternalismo que nos lleva a demostrar un bajo o nulo interés por conocer un poco más de la realidad de las cosas. Es más fácil abrazar una ideología que dedicar tiempo para conocerse a uno mismo.

Tomar decisiones en base a condicionantes afectivos no es malo per se. La intuición tiene valor, y en muchos casos, si en vez de racionalizar analizamos resultados, podremos sacar conclusiones válidas que para conocernos a nosotros y enteder a los demás.

En tu trabajo, debes en primer lugar contar con las emociones propias para ayudar a la persona que tienes enfrente y además, ser consciente de las emociones del otro para poder sacar resultados ya no racionales sino útiles. J. Bentham abogaba que la utilidad de las cosas y las decisiones deben tener en cuenta también los sentimientos.

En definitiva, para mi, es necesario en primer lugar tener una mente abierta y crítica para saber que el espectro es más amplio que dos alternativas. Ser consciente del valor que tiene nuestro sistema de decisiones relacionadas con los impulsos, para reconocer las válidas y utiles, y aporvechar heurísticas. Y del mismo modo, reconocer donde es necesario parar y buscar ese colador más fino del que hablas para tomar la decisión.

Al final este es el proceso de capacidad de discernimiento y de evolución como persona. Porque nosotros no tenemos capacidad de revolucionar, pero si de progresar, renovar y completarse. Y pienso que renunciar a eso es desaprovechar la vida. Escuchar la música sin haberla tocado.

Gracias por tus reflexiones.

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Abel Marín Riaguas Pensamiento del Día
Abel Marín 2 de marzo de 2025 - 20:11

Muchas gracias a ti Francisco Javier por tu gran comentario.

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